miércoles, 11 de julio de 2018

¿Se van dos partiditos o se van cinco? Un análisis desde la lógica

En estos días ha habido algún debate sobre los partidos políticos que perdieron su registro como consecuencia de las elecciones federales del 1 de julio.

De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), perdieron su registro legal los partidos Encuentro Social y Nueva Alianza.

Estos partidos obtuvieron una votación inferior al 3% en las tres elecciones federales que tuvieron lugar ese día (diputados, senadores, presidente). Los datos oficiales están disponibles aquí.

Sin embargo, Roberto Duque, académico de la UNAM, afirma que también tendrían que perder el registro el PRD, el Partido Verde y Movimiento Ciudadano. Estos partidos obtuvieron más del 3% en sus respectivas votaciones para diputados y senadores, pero en las elecciones para presidente obtuvieron el 2.9, 1.9% y 1.8 por ciento de la votación válida emitida, respectivamente.

De acuerdo con Duque, el texto constitucional (art. 41) y la ley de partidos (art. 96) establecen que un partido político pierde el registro si su votación es menor al 3% en cualquiera de las tres elecciones. Explica sus razones aquí. El consejero presidente del INE ha rechazado explícitamente esta interpretación, y afirma que los mismos artículos disponen que para mantener el registro basta con obtener el 3% o más una de estas elecciones.
El artículo 41 constitucional dice lo siguiente:
  1. El partido político nacional que no obtenga, al menos, el tres por ciento del total de la votación válida emitida en cualquiera de las elecciones que se celebren para la renovación del Poder Ejecutivo o de las Cámaras del Congreso de la Unión, le será cancelado el registro.
Ciertamente, la redacción es poco amigable y, en primera inspección, la postura de Duque resulta bastante justificada. Su argumentación es de orden legal, pero aquí intentaré hacer otro tipo de análisis de este texto, aplicando un par de reglas lógicas.
Desde el punto de vista de la lógica, el texto constitucional tiene dos propiedades distintitivas: una negación y un cuantificador.  La negación está dada por el "no"), y lo que niega es la proposición que le sigue, en rojo
El partido político nacional que no obtenga, al menos, el tres por ciento del total de la votación válida emitida en cualquiera de las elecciones que se celebren para la renovación del Poder Ejecutivo o de las Cámaras del Congreso de la Unión...
La sección del texto en rojo representa el atributo que no tiene el partido que pierde el registro. Ese atributo tiene a su vez un cuantificador, en azul:
obtenga, al menos, el tres por ciento del total de la votación válida emitida en cualquiera de las elecciones que se celebren...
Los cuantificadores son operadores para generalizar sobre un conjunto de objetos. El cuantificador universal afirma que una proposición es verdadera para todos los elementos de un conjunto. Por ejemplo, "todos los partiditos son un lastre". En cambio, el cuantificador existencial afirma que una proposición es verdadera para al menos uno de los elementos de un conjunto. Por ejemplo, "algunos partiditos son un lastre". El cuantificador del texto existencial.

Para un análisis lógico del  texto constitucional es necesario usar una expresión equivalente (con igual significado) que sea susceptible de la aplicación de dichas herramientas. Así, el atributo que NO tiene un partido que pierde el registro se puede expresar así:
existe una elección en la que el partido obtiene al menos el tres por ciento de la votación válida emitida.
Entonces, la condición para cancelar el registro quedaría:
No es el caso que existe una elección en la que el partido obtiene al menos el tres por ciento de la votación válida emitida.
A mi juicio, buena parte del problema de interpretación proviene de que el texto está expresado como negación. La  negación de una proposición con cuantificador se puede transformar en una afirmación obedeciendo dos reglas: 1) Cambiar el cuantificador: si es universal, se cambia existencial; si es existencial, cambiar a universal. 2) Negar la proposición. Siguiendo estas reglas, la expresión equivalente a "no es el caso que... válida emitida", pero expresada como afirmación es:
En todas las elecciones el partido obtiene menos del tres por ciento de la votación válida emitida.
Entonces, en conclusión, el Consejo General del INE tiene una interpretación correcta de la ley (desde el punto de vista de la lógica).
"¿Aunque el partido verde conserve el registro goey? ¿Qué onda contigo goey?" 
La parte del artículo 41 en disputa se podría escribir, expresando la misma idea, en términos del atributo que tiene el partido  que pierde el registro (y no del atributo que no tiene), de esta forma:
  1. Al partido político nacional que obtenga menos del tres por ciento del total de la votación válida emitida en todas de las elecciones que se celebren para la renovación del Poder Ejecutivo o de las Cámaras del Congreso de la Unión, le será cancelado el registro.
Este texto  es equivalente al texto vigente, pero produciría un menor rango de interpretaciones alternativas.

domingo, 17 de junio de 2018

Buenas noticias para Anaya: ¡Ganó el Tri!

Hace unas horas, la selección mexicana de fútbol venció a la alemana por marcador de 1 a 0, a pesar de las muy bajas probabilidades.
Como la cochina política se ha de meter en todo, no tardó en meterse en esto también. Casi de inmediato circulaban en redes sociales expresiones como esta:

Si el anterior se limita a sugerir que ser el preferido no necesariamente garantiza el triunfo, el meme de abajo de al tiro parece afirmar que si eres el preferido, entonces vas a perder:


Esto ha provocado la respuesta de gente enterada en estadística, que nos aclara que nada que ver, que el triunfo de la selección mexicana y el triunfo de López Obrador son "eventos independientes". Dos eventos A y B son independientes si la probabilidad de que ocurra A es la misma cuando ocurre B y cuando no ocurre. En términos coloquiales: "nada que ver". En cambio, el evento "que usted no se haga maje y se presente a la casilla a votar" tiene alguna relación con el evento "llueve a cántaros": si llueve a cántaros la probabilidad de que usted cumpla con su responsabilidad cívica es sensiblemente menor que si el clima no es tan adverso (¡y eso!).
Así, antes del partido el agregador Oraculus  daba a López Obrador una probabilidad de triunfo de 95%. Si se trata de eventos independientes, después del partido dicha probabilidad es, ceteris paribus, exactamente la misma.
Podría ser que los seguidores de Anaya o Meade sencillamente estén tomando las cosas en sentido motivacional en vez  de predictivo: la ventaja de López Obrador es muy amplia y el triunfo de un equipo mediocre frente a un rival aparentemente imbatible les parece inspirador. Si este es el caso, parece un poco mezquino ponerse muy técnico.
Pero por lo demás, la objeción es muy razonable. Finalmente, ¿por qué el desempeño de la selección, por una vez en la vida aceptable, tendría que influir en el resultado de la elección? Es decir, tanto las decisiones estratégicas del equipo técnico como los años de entrenamiento de los jugadores individuales parecen tener una relación remota, si alguna, con las decisiones de los políticos y las políticas publicas que afectan más directamente cómo votamos.
Aunque tal vez a los votantes no les parece tan obvio, y entonces los resultados de la elección no son técnicamente independientes con respecto a la suerte de la selección en el mundial. Resulta que juzgar el desempeño del gobierno para definir premios y castigos electorales no siempre es fácil. Por esa razón, parece ser que una porción considerable de los votantes se centra en sus propias sensaciones de bienestar aún si estás son causadas por hechos en los que el gobierno no tuvo ninguna influencia. Se ha detectado, así, que la votación por el partido en el gobierno se ve influida por ataques de tiburones, los resultados de la lotería, y, sí, los resultados de eventos deportivos (aquí, aquí, aquí, aquí y, sobre su impacto en los conflictos sociales, aquí).
La influencia electoral de hechos que no son realmente indicativos de la competencia de nuestros gobernantes reduce la eficacia de los votantes para controlar a los gobernantes mediante las elecciones. Dicho esto, de los estudios mencionados se desprende que sucesos como el triunfo de la selección generalmente favorecen al partido en el gobierno, especialmente cuando son inesperados (como claramente es el caso), pero este efecto es normalmente reducido (de hasta dos puntos porcentuales) y de corto plazo. Es decir, para alterar el resultado, el triunfo de la selección tendría que haber sido en una fecha más próxima a la elección, en un escenario en el que el primero y el segundo lugar están muy próximos y el segundo lugar es el PRI. 
Aún así, el punto a destacar es que, por insensato que nos parezca que los eventos deportivos tengan relación con los resultados de las elecciones, no se puede dar por descontado que se trata de eventos independientes.


P.S. Decía Fukuyama que para buena parte de las críticas a "The end of history and the last man" la respuesta adecuada es "si vas a juzgar un libro, tendrías que leer algo más que el título". Guardadas las proporciones y sin pretender otra similitud con el gran politólogo, estoy pasando por una experiencia similar. El post ha recibido algunas críticas que propiamente aplican al autor anónimo del meme que motiva este post. En el fondo es un alivio: siempre es mejor eso que una crítica inteligente y dirigida al centro del argumento. En fin, lo lamentable del asunto es que algunas de estas críticas guiadas por la pereza son dirigidas a mi institución, FLACSO, por hacerme el favor de repostear desde su perfil de FB.
El post se queda como está, pero la lección es esta: considerar que el título y la primera imagen es todo lo que necesita mucha gente para sacar sus conclusiones.

sábado, 5 de mayo de 2018

El presidente más viejito

Andrés Manuel López Obrador nació el 13 de noviembre de 1953. Si gana las próximas elecciones (o, como prefieren decir sus seguidores, “si no hay fraude en las próximas elecciones”), tendrá 65 años cumplidos al asumir la presidencia. Esto lo convertirá en el presidente con mayor edad al asumir el puesto desde la renuncia de Porfirio Díaz en mayo de 1911.
En un período de tiempo más amplio, han tenido una mayor edad Benito Juárez al asumir su quinta presidencia (65 y seis meses), Porfirio Díaz en su cuarta presidencia (66 años) y las demás y, por último, José Ignacio Pavón, con 69 años cuando fue presidente entre el 13 y el 15 de agosto de 1860.
Entonces, de verificarse su triunfo, y si no ocurre una catástrofe, López Obrador será el presidente con mayor edad al asumir la presidencia por primera vez y en ejercerla por más de dos días en la historia del país.
Como todo le critican al hombre, me apresuro a aclarar que este dato sobre la edad me parece, en principio, una simple curiosidad. Pero la identidad del aún campeón en este torneo de longevidad podría servir como argumento para quien quisiera afirmar que esta edad es una ventaja.
López Obrador ocuparía el puesto que hoy tiene Adolfo Ruiz Cortines, que tenía 62 años cumplidos al protestar como presidente para el período 1952-1958. A mi juicio, fue uno de los mejores presidentes que ha tenido el país, y sin duda el mejor presidente postulado propiamente por el PRI.
Ruiz Cortines es principalmente recordado por presentar la iniciativa por la que el derecho al voto se hizo universal, al incluir a las mujeres. Sin demeritar, esa no fue la única innovación de su gobierno. Se trataba de un político astuto, más preocupado por la eficacia y los resultados de sus acciones que por el engrandecimiento de su imagen (el absoluto opuesto de López Portillo). Posiblemente esta poca preocupación por su persona contribuyó a que en lo posterior no se valorara adecuadamente su presidencia. Por ejemplo, a José Agustín le parece fácil desdeñarlo como el "viejito de las pasitas" y burlarse de sus moños (como si los moños no fuesen lo máximo).



Bow ties are cool
(Lo del "viejito de las pasitas" viene de un chiste que encuentro vulgar incluso para mis poco exigentes estándares de decoro. En todo caso, aquí está la supuestamente "concisa y divertida", también del todo inapropiada, versión de José Agustín de este sexenio. Aquí y aquí una versión menos militante y más equilibrada, de Krause.)
Ruiz Cortines fue en lo fundamental el creador del "tapadismo", el nada democrático mecanismo por el que los presidentes priistas en los hechos designaban a su sucesor. Nada democrático, pero muy eficaz. Hasta 1988, el PRI no tendría más escisiones producto de desacuerdos con sus procesos de selección de candidatos a la presidencia.
Hay por lo menos dos puntos muy relevantes que López Obrador y Ruiz Cortines tienen en común, más allá de la edad (y el gusto por el base-ball), por lo que extraña que el candidato de Morena no lo incluya en su santuario de referencias históricas. El primero, se refuerce al modelo económico. López Obrador afirma que su modelo de política económica es el desarrollo estabilizador. Este modelo fue implementado desde la presidencia de Ruiz Cortines y garantizó un crecimiento económico ininterrumpido con estabilidad monetaria entre 1954 y 1970.
El otro punto en común es el tema de la honestidad y el combate a la corrupción. Después de los excesos de Miguel Alemán, que convirtió el gobierno en una gran oportunidad de enriquecimiento para él y para su pandilla de amigotes, el gobierno de Ruiz Cortines fue un correctivo como nunca se volvió a ver. Impuso a todo su gabinete la estricta moralidad de servicio público que él mismo profesaba con su comportamiento. Aunque llevaba ya una larga carrera como funcionario publicó, al asumir la presidencia no era rico. Más notablemente, tampoco lo era al concluir su mandato. Frente a la vergüenza que representan nuestros políticos con vida de faraones, Ruiz Cortines es un inusual motivo de orgullo.

Honesty is cool
Por supuesto, Ruiz Cortines era presidente en un régimen autoritario. En su código moral, tan admirable en muchos aspectos, no figuraban las normas democráticas. El desarrollo estabilizador exige contención salarial, lo que generó descontento en la clase obrera. Lo enfrentó con una combinación de cooptación y represión, que llegó a ser bastante brutal. Sin embargo, en general prefirió la negociación y el compromiso a la imposición unilateral.
¿Hasta qué punto estará consciente López Obrador de estos paralelismos? El tabasqueño se presenta a sí mismo como una suerte de estudioso de la historia de México, aunque a veces su versión no es muy distinta de la del libro de texto gratuito con el que mi generación fue adoctrinada. Mi esperanza en lo personal es que efectivamente lo vea como un ejemplo a seguir, y que la omisión en sus discursos se deba a una de dos razones: 1)  evitar que le digan que tiene héroes priistas; 2) como figura histórica, parece tener poca estatura, nada muy lucidor al lado de Juárez o Madero. Ambas razones son entendibles. La segunda, sin embargo, sería poco afín al espíritu de Ruiz Cortines, tan renuente a la magnificencia de los gestos y las palabras en la política.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Hugo, el cazagoles, y los dobles estándares en las campañas

En los procesos electorales se nos presentan alternativas y el acto electoral consiste en tomar partido. Durante las campañas, candidatos y candidatas nos dan las razones por las que creen que deberíamos favorecerlos a ellos en lugar de a sus rivales. Es un periodo de parcialidades y no puede ser de otra forma.
La decisión que tomamos puede obedecer a muy distintas consideraciones. En buena parte de los casos, nuestras preferencias electorales responden a criterios identitarios y lealtades de grupo como la identificación partidista. Por ese motivo, normalmente convivimos con gente con ideas políticas similares a las nuestras. Sin embargo, las redes sociales y los medios electrónicos nos exponen a la forma en que piensan los partidarios de cada contendiente, incluyendo la forma en que valoran los dichos y hazañas de sus rivales.
Es común que, como resultado, alguien observe el uso de un doble rasero: quienes favorecen al candidato A encuentran disculpables, si no encomiables, los mismos actos que encuentran reprobables en el candidato B. 
Esto notó hace poco el periodista Mario Campos, al enumerar en sus cuentas de twitter y Facebook distintas instancias de doble criterio usado por los seguidores de López Obrador. Por ejemplo: "Si AMLO hace candidatos a panistas y priistas, incluyente; si lo hace el Frente, Mafia del Poder." El mensaje tuvo varias respuestas del grupo así acusado de imparcialidad. Estas son de tres tipos: 1) Argumentar que se usa criterios distintos porque son casos distintos. 2) Afirmar que los seguidores de Anaya hacen lo mismo. 3) Afirmar que Mario Campos hace lo mismo porque sólo se fija en López Obrador. 
El primer caso es precisamente la operación mental que subyace al uso del doble rasero. El tercero es falso, y el propio Mario Campos produjo muestras de sus observaciones críticas hacia Anaya. El segundo es un poco infantil en cierto sentido pero es estrictamente cierto. Los seguidores de cada candidato se especializan en ver la paja en el ojo ajeno y omitir la viga en el propio. A mi juicio, esa es una de las razones por las que las campañas electorales tienen limitaciones para persuadir a los votantes.
Por lo general no nos damos cuenta de cuando aplicamos el doble estándar. Nadie dice para sí mismo: "Cuando mi candidato toma dinero público para financiar su campaña está favoreciendo una causa justa en beneficio de los demás, pero cuando lo hace el otro es guiado por su ambición insaciable de riqueza y poder". Hacemos las dos afirmaciones, pero las hacemos por separado. Una vez que hemos definido a nuestro candidato favorito, toda la información subsecuente es vista como información que confirma esa impresión. Esto es el llamado "sesgo de confirmación", descrito aquí por el psicólogo y premio nobel Daniel Kahneman, una de cuyas manifestaciones es el "efecto halo": si ocurre un nuevo evento, ese evento debe ser coherente con nuestras ideas previas. Ese es el origen del doble rasero. Si se me dice que un candidato se alió con un enemigo histórico de su partido, mi juicio sobre el hecho depende del candidato en cuestión: si es mi candidato, diré que es momento de sumar, no de dividir; si es su rival, diré que es un oportunista del que su madre se avergüenza. 
Para valorar lo equivocado que uno puede estar en estos juicios, a veces es bueno tomar alguna distancia. Piénsese en Hugo Sánchez. Es el máximo goleador que ha tenido el futbol mexicano y el primero en triunfar en el futbol español. Fue delantero del Real Madrid, y hasta ahora es el único jugador en ganar el título de máximo goleador en cuatro temporadas consecutivas. Era un jugadorazo. Cada tanto nos regalaba estas joyas:

Sin embargo, también era medio sangrón. La faltaba modestia (será porque le sobraba talento). A mucha gente Hugo Sánchez le caía realmente gordo, y la idea de que fuera un gran jugador no forma una imagen coherente con este juicio previo. El "efecto aureola" devolvía la coherencia al explicar así su éxito como goleador: el problema con Hugo, decían varios, es que es un "cazagoles". El cazagoles es un oportunista. Es una persona que sólo le preocupa el gol y nada por el futbol. Por supuesto, esa acusación carece de sentido. En primer lugar, es una afirmación que no procesa el gran talento que hay en goles como el mostrado arriba. Por otro lado, Hugo era delantero... Salir a la caza de los goles es básicamente la descripción del puesto. 
Antonio Carbajal, centro delantero de la selección mexicana. Odiaba que le dijeran "cazagoles" 
Por supuesto, es perfectamente posible que Hugo Sánchez o cualquiera sea al mismo tiempo megamamila y un gran futbolista. Nuestras cabezas requieren de cierto entrenamiento para no confundir la falta de coherencia con contradicciones lógicas.
Como veo las cosas, en el debate público de las campañas los seguidores del candidato A se dedican a enumerar las virtudes del candidato A y los defectos del candidato B. No perciben cuando el mismo comportamiento forma parte de las dos listas. De esto se dan cuenta los seguidores del candidato B, y señalan el doble rasero. Los seguidores del candidato A no responderán ajustando sus creencias a la realidad de que los seres humanos, incluidos los candidatos, no pueden ser pura bondad o pura maldad. Mejor señalarán el doble rasero usado por los seguidores de B al confeccionar sus propias listas. Y así hasta el día de la elección. 
Hoy, 30 años depués del gol que le clavó Hugo al Logroñés, creo que todos estaremos de acuerdo en que fue un pinche golazo, e incluso podremos acordar que las características personales son irrelevantes al valorar el talento del jugador.
Tal vez en 30 años tengamos un juicio más equilibrado de las virtudes y defectos de nuestros candidatos. Pero no creo: hasta los fanáticos del futbol son más objetivos que los seguidores de los políticos. 

jueves, 15 de febrero de 2018

Encuestas: Verdades a medias, mentiras completas

Los políticos y la verdad siempre han tenido una relación complicada, incluso antes de que se hablara de posverdad. Sólo en los casos más extremos los políticos mienten abiertamente, o son, como decía Louis Armstrong en una canción "descuidados con la verdad".
Otros dirían "genio estable"
Pero un caso más común esta dado por la combinación de una presentación selectiva de la verdad y su interpretación sesgada.
Hoy encontré en mi TL de twitter una muestra de esta forma de proceder.

En la cuenta @RedesEnAccion está el logo del PAN las suficientes veces como para que no quede duda de la filiación partidista de quienes la administran. Si quedara alguna duda, por ahí hay un llamado a "ponerse la camiseta" que tendría que dejar claras las cosas.
En esto no hay nada reprochable. En sí mismo, los datos que aquí se presentan son, en estricto sentido verdaderos. La fuente que citan es el sitio Oraculus, que incluye una sección de poll of polls. Esta sección utiliza la información de las distintas encuestas publicadas (Mitofski, Parametría, Reforma, etc.) para generar estimaciones de la intención de voto. Dos estimaciones de interés son la intención de voto por partidos y la intención por candidatos. El tweet de @RedesEnAccion no miente porque
  1. anuncia que se trata de la intención de votos por partido y
  2. Anaya es el candidato presentado por MC, PRD y PAN.
La intención de voto reportada por Oraculus para los partidos que postulan a Anaya suma (alrededor de) 34%. 
Sin embargo, como en el tweet se da un lugar tan destacado al nombre de los candidatos, se sugiere que Anaya tiene una intención de voto de 34% y López Obrador de 31%. No se miente, pero la información es engañosa. Los políticos se especializan en dar mensajes ambiguos que les permiten comunicar un mensaje deseado pero no necesariamente apropiado (desde el punto de vista de la verdad o la moral compartida), en una forma tal que después sea posible desdecirse. Así, @RedesEnAccion siempre puede afirmar que su tweet dice explícitamente que se trata de intención de voto por partido.
El problema aquí es que, si se quiere saber la intención de voto por candidato, la información pertinente no es esa, sino la relativa a... la intención de voto por candidato. De acuerdo con Oraculus, la intención de voto por López Obrador al 15 de febrero de 2018 es de entre 35 y 42 por ciento, y la de Anaya es de entre 26 y 33 por ciento. De hecho, una tercera estimación de Oraculus es la probabilidad de que un determinado candidato esté en primer lugar. Mientras que la probabilidad de que López Obrador esté en el primer lugar es de 99 por ciento; la probabilidad de que Anaya esté en primer lugar es de 1%. 

El arte del engaño
Esta forma más sutil de presentar la información sin mentir pero interpretándola en forma sesgada será crecientemente la forma privilegiada de manipulación de los hechos y nos debería preocupar más que los "hechos alternativos" de la era de la posverdad. Como "hechos alternativos" es un término fancy para las viles  mentiras, es fácil de poner en evidencia a quien los publica. La interpretación intencionada de los hechos verdaderos es más difícil de elucidar. Y peor aún cuando se presentan los hechos en forma tal que se orienta a los receptores a que lleguen a determinadas conclusiones.

Los mensajes manipuladores tienen típicamente esta "vía de escape": el emisor no afirma lo que desea que el receptor crea, pero lo conduce a esa conclusión. Por supuesto, también es posible que la gente de @RedesEnAccion realmente crea que la forma en que interpreta los resultados es correcta, producto de un efecto de wishful thinking  o cualquiera otro de los mecanismos por los que nos hacemos consistentemente más tontos cuando intervienen nuestras preferencias políticas en la discusión.

Lo deseable para estas discusiones (o todas) sería seguir reglas como las propuestas por Robert Gula en su libro Nonsense. Por ejemplo, como la ambigüedad es lo que permite los mensajes intencionados, sería bueno cuidar que nuestros mensajes sean
  1. precisos, y
  2. claros en cuanto a la conclusión a la que se pretende llegar.
Como participantes en un debate público, debemos exigir que nuestros interlocutores cumplan estas reglas de discusión inteligente y civilizada. Si nuestros interlocutores son políticos, debemos denunciar las omisiones en este sentido.
Cuando Oraculus presenta los datos por partido, no hace mención de los casos candidatos. Esto se debe a que se trata de cosas distintas. Al mezclar cosas distintas en un mismo mensaje, @RedesEnAccion está reduciendo la precisión. En cuanto al segundo punto, dado que existe la información sobre voto por candidato, @RedesEnAccion debería decir por qué cree que la información de partidos es relevante para los candidatos. Por ejemplo, podría argumentarse que esto da un potencial de crecimiento a Anaya que la intención de voto actual no revela. Por supuesto, esto es menos fuerte que la idea sugerida (Anaya va en primer lugar), pero su gran virtud es que no manipula la verdad. 

¿Por qué me importa?
@RedesEnAccion da credibilidad a su mensaje respaldándose en Oraculus. Es un poco una majadería, porque el sitio no sólo es ejemplar en la calidad técnica de sus estimaciones, sino que también lo es en la transparencia de sus fuentes y sus procedimientos. Cuando se usa esta fuente para intentar dar credibilidad a una idea tan claramente descabellada, lo que se pone en riesgo es la credibilidad de la fuente misma. 
Y resulta que Oraculus tiene una importante contribución en el debate público. Durante algún tiempo, he insistido en que en México debería crearse lo que llamo una cultura del intervalo de confianza. 

Por alguna razón, no he tenido éxito
Muchos comentaristas ven en los resultados de las encuestas un reflejo fiel de las preferencias de la población. Algunos sofisticados hacen la distinción entre "foto" y "película", pero aún hablan de la "foto" de la muestra como si fuera una "foto" de la población. En realidad, las preferencias electorales detectadas en las encuestas reflejan con casi total certeza las preferencias de la muestra. Si la muestra es representativa, los resultados de la muestra nos ayudan a hacernos una idea del valor mínimo y el valor máximo que podrían tener las preferencias de la población. Si los medios reportaran el intervalo de confianza, tendríamos una mejor idea del maravilloso instrumento que es el muestreo aleatorio, así como de sus limitaciones.
Los medios no suelen reportar los intervalos de confianza porque... no sé por qué. Intuyo un cierto menosprecio hacia la capacidad del público para manejar ideas complejas.
Oraculus, en cambio, libre de ese menosprecio, proporciona toda la información que se puede obtener de las encuestas hechas públicas: al usarlas varias muestras, se gana en precisión del pronóstico, pero también existe una incertidumbre remanente que debe ser reportada.

Campañas basadas en hechos
La gente con deseos de ver a Anaya en la presidencia debería prestar atención a lo que dicen los datos. El verdadero "saldo de las precampañas" es que Anaya está posicionado en un segundo lugar bastante solido: la probabilidad de que esté en el segundo lugar es de 98%, mientras que la probabilidad de que Meade ocupe esa posición es menor al 1%.
Estar en segundo lugar en elecciones por mayoría simple te ubica en la posición de beneficiarte del voto estratégico de los rivales. En vez de adornar la realidad, el equipo de campaña de Anaya debería dedicarse a convencer a los votantes de Meade y de Zavala de votar por él en vez de votar por su candidato favorito. "Si votan por su favorito", se les puede decir, "el resultado es que ganará López Obrador... y ustedes sabrán si eso quieren". Negando los hechos, la gente de Anaya se priva de un argumento que puede ser muy convincente para cierto sector y que podría llevarlo al triunfo.