viernes, 19 de junio de 2015

¿Hay en México voto de castigo?

"El voto de castigo no sirve". Esta es una postura muy común entre quienes sostienen las posiciones más críticas hacia el sistema de partidos de México, o hacia la clase política mexicana o como quiera usted llamarle.
¿Qué significa esto? El voto de castigo significa que los electores utilizan el desempeño como criterio para asignar el voto: observan los resultados de la gestión presidencial y, si están satisfechos con lo que observan, votan por el partido en el poder; en caso contrario, votan por la oposición. El voto de castigo es un voto condicionado al desempeño.
El voto de castigo funciona cuando los políticos gobiernan "bien" porque temen ser expulsados del poder si gobiernan "mal". Afirmar que el voto de castigo no sirve o no ha servido en México significa que los electores ya han practicado condicionar su voto y los políticos siguen gobernando "mal". Creo que, para poder hacer ese juicio, primero se tiene que evaluar hasta qué punto los electores condicionan su voto al desempeño.
En las elecciones legislativas recientes, algunos comentaristas se apresuraron a afirmar que, como el PRI obtuvo la mayoría de votos, no hubo voto de castigo. Eso es no pensar bien las cosas. Si la gente aprueba al gobierno y vota por el partido en el gobierno, eso también es parte del voto de castigo. Como analistas tendríamos que al menos imaginar esa posibilidad.
"Pero es que tú no entiendes... A MÍ me CAGA el PRI"
El voto de castigo no se trata de votar o no por el gobierno, sino de qué tanto ese voto depende del desempeño gubernamental.
El asunto es que la gente no sólo vota tomando en cuenta la gestión. Mucha gente vota siguiendo su ideología o su identificación partidista. Si siempre voto por el mismo partido, mi gobernante no tiene incentivos para desempeñarse bien: si es de mi partido, votaré por él sin importar lo mal que gobierne; si no es de mi partido, votaré en su contra aunque gobierne muy bien. Mi voto es insensible al desempeño. En el otro extremo, hay electores que hacen responsable al gobierno de prácticamente cualquier cosa.
"!No vuelvo a votar por el PRI¡"

Para evaluar hasta qué punto la gente en México tiene o no predisposición al voto de castigo, utilizo datos de la encuesta Latinobarómetro del año 2013. La gráfica de abajo muestra, para cada país, cuánto cambia la probabilidad en la intención de votar por el partido en el gobierno cuando se pasa de creer que la economía está "mucho mejor" que el año anterior a creer que está "mucho peor". Un cambio negativo significa que la probabilidad de voto por el gobierno se reduce, y mientras más pronunciado sea ese cambio, podemos decir que es mayor la disposición a condicoionar el voto al desempeño. Es un ejercicio preliminar y sólo se controla por identificación partidista, pero creo que la idea es muy clara.

Existe un grupo de seis países (Uruguay, El Salvador, Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela) en los que el paso de una buena evaluación de la economía a una mala evaluación reduce la probabilidad de voto por el partido en el gobierno en más de 45%. México, en cambio, está en el extremo opuesto y muy claramente separado de este primer grupo. En México, el efecto de la mala evaluación de la economía en la probabilidad de votar por el partido en el gobierno es de menos de la mitad de ese umbral, al ubicarse en 24%.
Entonces, afirmar que en México el voto de castigo no sirve es totalmente impreciso, a menos que "no sirve" signifique "no se usa". Los electores mexicanos sencillamente no tienen muy en cuenta el desempeño económico al definir su voto.
¿Por qué es así? Esta es una cuestión que tendría que evaluarse con cuidado, pues siempre hay una explicación facilota si nos da flojera pensar.
"Para mí que es la cultura"
A la mejor, pero también podría haber otras razones. Por ejemplo, de nuestro grupo de seis países con altísimo voto de castigo, en cuatro hay reelección consecutiva.
Otra cuestió separada es si las diferencias en la propensión a condicionar el voto al desempeño generan efectivamente diferencias en la calidad de esos gobiernos. Eso es un poco más difícil de evaluar. Sin embargo, en la siguiente gráfica se muestra que los países menos dados al voto de castigo son, a la vez, los países menos satisfechos con el funcionamiento de la democracia.
No extraña que los ciudadanos de dichos países estén tan descontentos: finalmente, ahí no hay nadie que se encargue de obligar a los políticos a gobernar con honestidad y eficiencia.

Nota 1: Las cantidades de la gráfica 1 provienen de un modelo logístico binomial en el que la variable dependiente es 1 si se declara la intención de votar por el partido en el gobierno "si hoy fueran las elecciones" y 0 para otro partido, nulo y abstención. La variable independiente de interés va de 1 (la situación económica del país está "mucho mejor") a 5 (está "mucho peor"). Se incluyen dummies por país y la interacción de cada duumy con la variable de evaluación de la economía.

Nota 2: Como sabe cualquier politólogo, lo de los tiburones es neta.








domingo, 14 de junio de 2015

Elecciones en México 2015: la eficiacia del PRI, el desencanto izquierdista y el voto nulo

El pasado 7 de junio se celebraron elecciones en México para renovar la Cámara de Diputados.

Entre las elecciones de 2012 y las actuales, el PRI pasó del 32% de la votación total al 29%, una reducción de 3 puntos que puede ser interpretada como derrota. Propiamente, no lo es. En elecciones intermedias, es de esperarse que el partido que obtuvo la presidencia reduzca su votación. Aún sin el llamado "desgaste" de estar en el gobierno, el partido no cuenta con el arrastre del candidato que resultó ganador. Así, en las elecciones intermedias de 2009, el PAN cayó del 33% que obtuvo en el 2006 al 28%, y en 2003, la caída fue del 39 al 31%. En 1997, aunque el PRI obtuvo un 38%, la votación previa había sido de 50%.
Por otro lado, combinando las diputaciones obtenidas en los distritos por mayoría con las de representación proporcional, al parecer el PRI obtendrá 203 escaños, poco más del 40%. Compárese esto con las bancadas del gobernante PAN en las intermedias de 2003 y 2009: 29.6% y 28.4%.
¿Qué explica que el PRI y el PAN tengan resultados tan distintos en diputaciones, para votaciones tan similares?
Me parece que parte de la explicación está en la capacidad del PRI para mantenerse como la fuerza más votada (más allá de posibles pérdidas marginales de votos) en el nivel de los 300 distritos, beneficiándose así de la regla de mayoría simple. El PRI tiene más distritos "seguros" y, en 2015, tuvo una mayor capacidad que sus competidores tanto para retener sus propios distritos seguros como para incursionar en territorio de otros partidos.
En la gráfica de abajo, el eje horizontal es un indicador de la fuerza del PRI en cada distrito, según los resultados obtenidos en las elecciones de 2006 a 20012: si el indicador tiene valores positivos, pro ejemplo de .2, es que se tiene la expectativa de que el PRI gane ese distrito por una diferencia de 20% con respecto al segundo lugar; si tiene un valor negativo, digamos que de -.13, es que se tiene la expectativa de que el PRI pierda en ese distrito por 13 puntos de distancia con respecto al ganador (abajo, detalles sobre como se calcula eso). En el eje de vertical, se presenta la diferencia de la proporción de votos del PRI con respecto a la proporción de votos del partido más votado entre sus competidores. Valores positivos señalan 1) que ganó ese distrito y 2) la distancia con respecto al segundo lugar. Valores negativos señalan 1) que perdió ese distrito y 2) la difeerencia con respecto al primer lugar. El partido ganador en cada distrito es idenificado por el color. La pongo grande, para que la aprecien en todo su esplendor ;)

De los 300 distritos, a partir de los resultados del pasado se esperaba que el PRI triunfara en 136. De esos, ganó efectivamente en 117 distritos (el 86%). De los 19 que perdió, la mayor parte (8) fue a manos del PAN, seguido por 5 de Movimiento Ciudadano. El PRD únicamente obtuvo 3 de estos distritos y Morena 2. Un detalle con alto valor simbólico es que el único candidato sin partido que ganó en esta elección lo hizo en un distrito priista.
Ahora bien, de los 164 distritos en los que se esperaba que el PRI no ganara, este partido ganó 66, más que compensando los 19 distritos anteriormente mencionados. De estos 66 distritos recuperados, únicamente en 7 se trataba una candidatura común PRI/Verde, por lo que estas alianzas no parecen ser un factor.
La "duck face" expresa su decepción

Más allá de las posibles explicaciones, el hecho es que el principal perjudicado de estas incursiones fue el PAN. Abajo se muestra la relación entre el desempeño electoral del PAN en 2015 y su fuerza histórica, en los mismos términos que la gráfica anterior.
Dada su fuerza electoral previa, se esperaba el triunfo del PAN en 90 distritos. De ellos, retuvo 43 (el 47.8 %). De los 47 que perdió 39, fueron para el PRI, 6 para Movimiento Ciudadano y 2 para el PRD. En contraparte, a diferencia del PRI, estas pérdidas no se ven compensadas en número suficiente por victorias en territorio de sus competidores, pues únicamente ganó en 13 distritos en los que se esperaba que perdiera.
A continuación, la gráfica correspondiente al PRD:

Se esperaba el triunfo del PRD en 61 distritos, de los cuales retuvo 28, o el 45%, una tasa similar a la del PAN. Por otro lado, únicamente obtuvo el triunfo en 6 de los distritos en los que se espera su derrota. De los 33 distritos fuertes que perdió el PRD, 19 fueron ganados por el PRI y sólo tres por el PAN. El dato más notable, sin embargo, es que de los 14 distritos ganados por el Morena, 11 corresponden a distritos en los que se esperaba el triunfo del PRD.
Se concluye que el patrón de competencia es de esta forma:
-De los 300 distritos, en 188 (63%) casos el partido ganador es el que se esperaba con base en la historia electoral.
-Sin embargo, la capacidad del PRI para retener sus distritos fuertes fue mayor que la mostrada por el PAN y el PRD.
-Asimismo, la capacidad del PRI para incursionar en territorio de sus competidores fue mayor que la mostrada por el PAN y el PRD. De los 99 distritos ganados por un partido distinto al esperado, 66 fueron ganados por el PRI.
-De 13 distritos en los que no se esperaba el triunfo de ninguno de los tres partidos principales, 8 fueron ganados por el PRI.
-Prácticamente la totalidad de los distritos ganados por Morena fue a costa del PRD.
Parece muy claro que la debacle del PRD está asociada al éxito de Morena. De hecho, es posible que prácticamente la totalidad de los votos, más que los distritos, de Morena haya sido a costa del partido del que se escindió, el PRD, y eso es como lo peor que le puede pasar a un partido.
"Bueno, depende ¿De qué partido estamos hablando?"
Es pertinente vincular esta discusión con la tenida antes de la elección sobre los efectos del voto nulo. Recientemente, el especialista Javier Aparicio mostró que el porcentaje de voto nulo tiene una asociación positiva con el porcentaje de votos de Morena y negativa con el porcentaje de votos del PRI.
Vamos por partes. El siguiente panel presenta la gráfica con la asociación entre voto nulo y voto por Morena, y a su lado una gráfica con la asociación entre la fuerza del PRD y el voto por Morena. Los distritos correspondientes al Distrito Federal son identificados con las siglas DF.

Ambas asociaciones son bastante fuertes, pero la relación positiva entre el voto por Morena y la fuerza pasada del PRD no sólo es más fuerte, sino presenta, digamos, "rendimientos crecientes": la tasa con la que Morena se beneficia de la fuerza previa del PRD es mayor a medida que aumenta la fuerza del PRD (amigos quants: no anden menospreciando, la regresión múltiple con ambas variables y sus cuadrados respalda esta afirmación),
Esto es consistente con la idea de que Morena está capturando una parte importante del voto perredista.
La "duck face" expresa su decepción
Para interpretar adecuadamente estas asociaciones, lo primero que tenemos que preguntarnos, como apunta Nicolás Loza, es sobre el origen de los anulistas. En una entrada anterior, mostré que en las elecciones de 2012, entre la gente que evalúa mal al gobierno y tiene una mala opinión hacia el PRI y el PAN, el paso de una opinión favorable hacia el PRD a una desfavorable incrementaba la probabilidad de anular el voto. Al mismo tiempo, se mostró que entre los antipartidistas, en la medida en que había un voto de castigo, este beneficiaba a López Obrador.
Esto me lleva a pensar que el terreno de cacería natural para Morena está entre el público de la izquierda "desencantada": es decir, gente que por motivos ideológicos jamás votaría por la derecha, pero tiene una mala opinión del PRD. Estos electores son propnesos a la abstención y al voto nulo,  pero López Obrador parece guardar alguna credibilidad como personaje distinto a los políticos tradicionales.
¿Qué pasaría si las cosas son así? Para ilustrar la idea, supóngase que el Distrito A se compone de 100 electores y 10 son de izquierda desencantada. De ellos, 4 anulan su voto y 6 votan por Morena. Del resto, 20 votan por el PRD, 30 votan por el PAN y 40 vota por el PRI. El distrito B es idéntico al A, salvo que 10 electores adicionales son de la izquierda desencantada, es decir que se restan al PRD. Si Morena recupera votos de este grupo a la misma tasa que en el distrito A, entonces tenemos que los votos son 8 nulos, 12 de Morena, 10 del PRD 30 del PAN y 40 del PRI. El distrito A tiene 96 votos válidos. El distrito B tiene 92 votos válidos. El siguiente cuadro muestra el porcentaje de votos de los partidoscon respecto a los votos válidos. El porcentaje del voto nulo es sobre el total de votos (100).

Distrito A
Distrito B
PRI
41.7
43.5
PAN
31.3
32.6
PRD
20.8
10.9
Morena
6.3
13.0
Nulos
4
8

El ejemplo ilustra que, si el voto nulo y el voto por Morena se alimentan de un mismo perfil de elector, el "desencantado de izquierda", entonces cabe esperar una correlación entre el voto nulo y el voto por Morena como la observada. Aclaro: no se trata de desencanto de la política o desencanto al sistema de partidos. Es un sector electoral muy específico que castiga a un partido en particular (dado que jamás votaría por los otros).
Se notará también que, aunque el intercambio de votos es entre PRD, Morena y anulación, la proporción de la votación del PRI y el PAN aumenta para la misma cantidad de votos. De hecho, aumenta más para el PRI (1.8) que para el PAN (1.4). Esto, como ya se discutió, es un efecto predecible e inevitable que se sigue de la reducción del valor del denominador, formado por la cantidad de votos válidos.
Sin embargo, queda el hecho de que en esta elección y en anteriores el voto por el PRI tiene una asociación negativa con el voto nulo. Esta asociación ha sido interpretada aquí como evidencia suficiente de que el voto nulo no beneficia al PRI. Pero esto puede ser explicado si se toma en cuenta que no todo el voto nulo es voto de protesta. Los que convocan son intelectuales destacados, y en algunos casos bastante vociferantes. Sin embargo, una buena parte (posiblemente la mayor parte) del voto nulo es una papeleta involuntariamente anulada: gente que tenía la intención de emitir un voto por un candidato o candidata, pero cometió un error. Un encuesta reciente de Parametría muestra que la población con menos escolaridad es más propensa a votar por el PRI. De igual forma, es un hecho conocido que buena parte del voto duro priista reside en zonas rurales. Si estas características de los individuos hacen más probable que comentan errores al llenar la boleta, tendríamos entonces que alguna porción de los votos nulos involuntarios (distintos a los de protesta) afectan negativamente al PRI, y ahí tiene usted su correlación.


Nota 1: Indicador de fuerza del partido en cada distrito: La fuerza de un partido en determinado distrito se puede medir por el número de veces que lo gana, pero también por la magnitud del triunfo: si se gana un distrito en tres ocasiones por el 2% de los votos en cada una, entonces es un distrito competido, a diferencia, por ejemplo, de un distrito ganado tres veces por una ventaja de 12%.
Entonces, uso un indicador de fuerza partidista en los siguientes términos: para cada elección de diputados por mayoría, se mide la diferencia entre la proporción del partido en cuestión y la proporción del partido más votado del resto de los competidores en ese distrito. El indicador de fuerza partidista es el promedio de esa cifra para los años 2006, 2009 y 2012.
En el caso del PRI y del PRD, lo que se contabiliza es la proporción de los votos obtenidos por el candidato presentado por dichos partidos. Así, si un candidato es apoyado tanto por el PRI como por el Verde, se cuenta la totalidad de los votos obtenidos por ese candidato.
Nota 2: Los datos fueron recopilados cuando no se había concluido el conteo, si bien con más de 98 por ciento de avance. Al día de hoy (14 de junio) parece ser que el PRI ganó 185 distritos y no 183. Uno de ellos aparece aquí como ganado por el PAN y otro por Movimiento Ciudadano.

miércoles, 3 de junio de 2015

El voto nulo como voto de castigo

El llamado a anular el voto hecho por un grupo de intelectuales mexicanos ha tenido algún impacto en la discusión pública, al grado de generar un debate sobre qué hacer en las elecciones cuando hay descontento con el funcionamiento del sistema político. Tal como se han dado los argumentos, el debate se presenta como una alternativa entre el voto nulo y el voto de castigo. Los argumentos de ambas partes están muy bien representados en esta mesa de debate:

El intercambio ilustra una constante del debate que es que a veces parece que las partes hablan idiomas distintos. En particular, en este vídeo llama mucho la atención como una defensora del voto nulo realmente no entiende cuál es lógica que subyace en el argumento del promotor del voto de castigo.
"Es que nunca lo escuché cuando estuvimos en Los Pinos"

El desacuerdo es menos entendible si se toma en cuenta que ambas posturas parten de la misma premisa: no importa cuál sea su partido político ni su ideología, los gobernantes son propensos a abusar de su cargo a costa de los intereses de los electores.
A partir de esta premisa, la postura del voto de castigo es la siguiente: si votas por el partido del gobierno cuando sus resultados son buenos, y votas por la oposición cuando los resultados son malos, los gobernantes harán lo que esté a su alcance para evitar la sanción electoral que los expulse del poder por su mal desempeño.
Nótese que el voto de castigo es consistente con la idea de que los políticos son unos sujetos que por sí mismos no van a gobernar bien, y por lo tanto hay que imponerles un costo al mal desempeño.
En cambio, los anulistas no son capaces de explicar por qué esos políticos tan venales súbitamente recapacitarían y cambiarían su actitud  frente a un evento que no les impone ningún costo (o sea, el voto nulo).
O bueno, a la mejor lo estuvieron platicando en Los Pinos
Pero, por otro lado, un supuesto implícito del argumento del voto de castigo es que a los ciudadanos sólo les importa tener un buen gobierno, y en consecuencia son indiferentes a qué partido esté en el poder ni cuál sea su programa de gobierno.
Para ilustrar el comportamiento del voto de castigo utilizo los resultados del análisis de una encuesta post electoral correspondiente a las elecciones presidenciales de 2012 (ver detalles al final). El grado de voto de castigo será evaluado como el cambio en la orientación del voto que se registra en los individuos como consecuencia del paso de estar de acuerdo con la forma en que gobierna Calderón a estar en desacuerdo.
Para medir las orientaciones afectivas hacia los partidos, se usa la respuesta que dan los encuestados cuando les pregunta qué tanto les gusta cada partido en una escala de 0 a 10.
En la siguiente gráfica se presenta, para los ciudadanos neutrales hacia los tres partidos (a los tres le asignan una calificación de 5), la probabilidad de haber votado por los candidatos de cada uno de los partidos, así como de haberse abstenido y de haber anulado el voto. La primera barra representa la probabilidad cuando se está de acuerdo con el gobierno de Calderon, y la segunda barra representa la probabilidad cuando se está en desacuerdo. Se controla por diversos determinantes del voto.

El paso de una buena a una mala evaluación del gobierno se convierte en una reducción  de 9% en la probabilidad de voto por la candidata del PAN. Esta reducción beneficia de manera casi integra la oposición: la probabilidad de voto nulo no cambia significativamente y la probabilidad de abstrención se reduce. Así es como se supone que debe operar el mecanismo del voto de castigo.
El hecho de que el principal beneficiario del voto de castigo haya sido López Obrador y no Peña Nieto es interesante en sí mismo.  Una posibilidad es que los electores que castigaron al PAN hayan percibido diferencias importantes entre los dos candidatos de la oposición.
Sin embargo, el supuesto de neutralidad hacia los partidos políticos no necesariamente corresponde a la forma en que éstos son percibidos por la mayoría los electores. Por ejemplo, en México mucha gente orienta su voto a partir de su identificación partidista, lo que en la mayoría de los casos significa que se tienen orientaciones afectivas positivas hacia un partido determinado que son acompañadas de valoraciones negativas hacia los demás partidos. Por otro lado, los electores antipartidistas pueden definirse como aquellos que tienen orientaciones negativas hacia todos los partidos.
Si se tiene una mala opinión de un partido político determinado, resultará muy difícil otorgarle el voto a ese partido aún si deseo castigar al partido en el gobierno por su mal desempeño
Veamos hasta qué grado es así.
Las siguientes gráficas presentan el cambio en la probabilidad de voto cuando le valuación del gobierno de Calderón pasa de buena a mala para cada uno los niveles de valoración del PAN. De igual forma, se trata de una situación en la que se tiene la peor valoración tanto del PRI como del PRD. Así, el extremo izquierdo de la gráfica representa a los electores que tienen actitudes anti partidistas (opinan mal de todos los partidos), mientras que el extremo derecho representa a los identificados "puros": aquellos que tienen la mejor opinión del PAN y la peor opinión del PRI y el PRD.
Primero se muestra el cambio en la probabilidad de voto por Josefina Vázquez Mota y el cambio en la probabilidad de voto por López obrador (como en todos los valores el cambio en la probabilidad de voto por Peña Nieto es minúsculo o no significativo, se omite de la gráfica).

En los niveles centrales, que corresponden a una relativa neutralidad hacia el PAN, es cuando la probabilidad de voto por Vázquez Mota se ve más afectada por una evaluación negativa del gobierno. En cambio, en los extremos de peor y mejor opinión del PAN la probabilidad de voto por Vázquez Mota es menos sensible al cambio en la valoración del gobierno.
La probabilidad de voto por López obrador aumenta cuando la valoración del gobierno empeora, pero este efecto se da fundamentalmente entre quienes tienen muy mala opinión del PAN y quienes son indiferentes hacia este partido. Esto nos dice que López Obrador como figura logró, a diferencia de Peña Nieto, poner una distancia con respecto a su partido y así beneficiarse del voto de castigo. Sin embargo, esto no ocurre cuando los electores tienen sentimientos positivos hacia el PAN.
En la segunda gráfica, se muestra para las mismas situaciones de la primera el cambio en la probabilidad de abstenerse y de anular el voto cuando se pasa de una buena a una mala opinión del gobierno de Calderón.
En el extremo correspondiente a las orientaciones antiparidistas, vemos que la valoración negativa del gobierno se acompaña de una reducción de la probabilidad de votar y un incremento en la probabilidad de votar nulo. Para valores superiores en las orientaciones afectivas hacia el PAN, el cambio en la probabilidad de abstenerse deja de ser significativo. La probabilidad de anular siempre aumenta, aunque de manera cada vez más reducida a medida que la valoración del PAN se va haciendo mejor.
En conjunto, las dos gráficas nos presentan el siguiente panorama:
  • Entre los electores antipartidistas, típicamente propensos al abstencionismo, el juicio negativo de la gestión indujo a la participación electoral en favor principalmente del voto nulo y, en menor medida, del voto por López Obrador.
  • El rechazo a su partido de origen pone un límite al grado en que López Obrador se beneficia electoralmente de la mala opinión de la gestión presidencial.
  • Entre los electores identificados con el PAN, la mala evaluación del gobierno tiene un impacto reducido. Sin embargo, en la medida en que lo tiene, la mala opinión del PRI y del PRD impide que se beneficie alguno de sus candidatos. La reducción en la probabilidad de voto de Vázquez Mota inducida por la mala evaluación del presidente se convierte de manera íntegra en un incremento en la probabilidad de voto nulo.
Desde cierto punto de vista, la oposición entre voto nulo y voto de castigo no es tan extrema como puede parecer inicialmente. Si se considera al cambio en el voto inducido por una mala evaluación de la gestión, tenemos estas posibilidades: 1) entre los electores neutrales hacia los partidos aumenta la probabilidad de voto por la oposición (el voto de castigo tradicional), 2) entre los electores antipartidistas y los identificados con el partido en el gobierno aumenta la probabilidad de voto nulo. El voto nulo es el voto de castigo de los antipartidistas y los identificados.
Para hacer sentido de las posturas de quienes hoy rechazan el voto de castigo en favor del voto nulo, parece más apropiado pensar en ciudadanos con profundas aversiones hacia los partidos políticos que en ciudadanos exclusivamente orientados a la mejora de los resultados del gobierno. Pero podría añadirse un poco más. Honestamente no creo ser abusivo si afirmo que una buena parte de los actuales anulistas se ubica en la izquierda ideológica. Muchos de ellos hasta hace poco tenían actitudes filo-perredistas o abiertamente militaban en este partido. Adicionalmente, el anulista típico tiene una mala opinión del desempeño del gobierno y su valoración de los partidos de la derecha es mala.
En la medida en que se me conceda esta caracterización, cabe preguntarse si no estamos en un caso en el que, para efectos prácticos, los verdaderos "castigados" son los partidos de izquierda, que por algún motivo vieron disminuido el afecto que estos personajes tuvieron por ellos en algún momento. Aunque hablen de un rechazo al sistema de partidos, si mi argumento es correcto el PRI y el PAN jamás estarán contemplados entre sus opciones de voto. Por lo tanto, en cuanto este grupo deja de ver al PRD (y a Morena) con buena disposición, se queda sin alternativas para destinar su voto en situaciones de mal desempeño.
En las elecciones del 2012, un perfil similar al de los promotores del voto nulo estuvo dado por los electores que valoraban negativamente al PAN y al PRI (con 0) y se manifestaban en desacuerdo con la gestión de Calderón. Un cambio como el experimentado por los anulistas sería pasar de valorar razonablemente bien al PRD (con calificación de 7) a valorarlo con calificación de 0; es decir, de tal forma que el PRD es "uno más" con sus competidores. Este cambio en la valoración del PRD representa una reducción 73% en la probabilidad de votar por López Obrador y un incremento de 35% en la probabilidad de abstención, 23% en la probabilidad de voto nulo y de 14% en la probabilidad de voto por el PRI.
Entonces, lo que observamos en los anulistas es más o menos lo que cabe esperar dadas la circunstancias por las que atraviesan. El llamado al voto nulo sería una estrategia de un grupo de intelectuales para coordinar sus acciones con electores de perfil similar al suyo, a fin de transferir votos de la tendencia predominante entre ellos (la abstención) a la segunda opción más socorrida: el voto nulo, considerado más cívico.
Sin embargo, en este caso vale la pena prestar atención no tanto al cambio en las probabilidades de voto, como a las probabilidades representadas por cada situación.

En el cambio de opinión sobre el PRD, la probabilidad de voto por López Obrador desciende a la par que lo más probable es el voto nulo o la abstención. Sin embargo, si se considera sólo los votos que serán tomados en cuenta para determinar el ganador, vean quién, súbitamente, vuelve a estar en la pelea.



Nota: Véase aquí para los comandos en Stata utilizados para generar las variables, el modelo de análisis y las distintas simulaciones.