viernes, 19 de junio de 2015

¿Hay en México voto de castigo?

"El voto de castigo no sirve". Esta es una postura muy común entre quienes sostienen las posiciones más críticas hacia el sistema de partidos de México, o hacia la clase política mexicana o como quiera usted llamarle.
¿Qué significa esto? El voto de castigo significa que los electores utilizan el desempeño como criterio para asignar el voto: observan los resultados de la gestión presidencial y, si están satisfechos con lo que observan, votan por el partido en el poder; en caso contrario, votan por la oposición. El voto de castigo es un voto condicionado al desempeño.
El voto de castigo funciona cuando los políticos gobiernan "bien" porque temen ser expulsados del poder si gobiernan "mal". Afirmar que el voto de castigo no sirve o no ha servido en México significa que los electores ya han practicado condicionar su voto y los políticos siguen gobernando "mal". Creo que, para poder hacer ese juicio, primero se tiene que evaluar hasta qué punto los electores condicionan su voto al desempeño.
En las elecciones legislativas recientes, algunos comentaristas se apresuraron a afirmar que, como el PRI obtuvo la mayoría de votos, no hubo voto de castigo. Eso es no pensar bien las cosas. Si la gente aprueba al gobierno y vota por el partido en el gobierno, eso también es parte del voto de castigo. Como analistas tendríamos que al menos imaginar esa posibilidad.
"Pero es que tú no entiendes... A MÍ me CAGA el PRI"
El voto de castigo no se trata de votar o no por el gobierno, sino de qué tanto ese voto depende del desempeño gubernamental.
El asunto es que la gente no sólo vota tomando en cuenta la gestión. Mucha gente vota siguiendo su ideología o su identificación partidista. Si siempre voto por el mismo partido, mi gobernante no tiene incentivos para desempeñarse bien: si es de mi partido, votaré por él sin importar lo mal que gobierne; si no es de mi partido, votaré en su contra aunque gobierne muy bien. Mi voto es insensible al desempeño. En el otro extremo, hay electores que hacen responsable al gobierno de prácticamente cualquier cosa.
"!No vuelvo a votar por el PRI¡"

Para evaluar hasta qué punto la gente en México tiene o no predisposición al voto de castigo, utilizo datos de la encuesta Latinobarómetro del año 2013. La gráfica de abajo muestra, para cada país, cuánto cambia la probabilidad en la intención de votar por el partido en el gobierno cuando se pasa de creer que la economía está "mucho mejor" que el año anterior a creer que está "mucho peor". Un cambio negativo significa que la probabilidad de voto por el gobierno se reduce, y mientras más pronunciado sea ese cambio, podemos decir que es mayor la disposición a condicoionar el voto al desempeño. Es un ejercicio preliminar y sólo se controla por identificación partidista, pero creo que la idea es muy clara.

Existe un grupo de seis países (Uruguay, El Salvador, Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela) en los que el paso de una buena evaluación de la economía a una mala evaluación reduce la probabilidad de voto por el partido en el gobierno en más de 45%. México, en cambio, está en el extremo opuesto y muy claramente separado de este primer grupo. En México, el efecto de la mala evaluación de la economía en la probabilidad de votar por el partido en el gobierno es de menos de la mitad de ese umbral, al ubicarse en 24%.
Entonces, afirmar que en México el voto de castigo no sirve es totalmente impreciso, a menos que "no sirve" signifique "no se usa". Los electores mexicanos sencillamente no tienen muy en cuenta el desempeño económico al definir su voto.
¿Por qué es así? Esta es una cuestión que tendría que evaluarse con cuidado, pues siempre hay una explicación facilota si nos da flojera pensar.
"Para mí que es la cultura"
A la mejor, pero también podría haber otras razones. Por ejemplo, de nuestro grupo de seis países con altísimo voto de castigo, en cuatro hay reelección consecutiva.
Otra cuestió separada es si las diferencias en la propensión a condicionar el voto al desempeño generan efectivamente diferencias en la calidad de esos gobiernos. Eso es un poco más difícil de evaluar. Sin embargo, en la siguiente gráfica se muestra que los países menos dados al voto de castigo son, a la vez, los países menos satisfechos con el funcionamiento de la democracia.
No extraña que los ciudadanos de dichos países estén tan descontentos: finalmente, ahí no hay nadie que se encargue de obligar a los políticos a gobernar con honestidad y eficiencia.

Nota 1: Las cantidades de la gráfica 1 provienen de un modelo logístico binomial en el que la variable dependiente es 1 si se declara la intención de votar por el partido en el gobierno "si hoy fueran las elecciones" y 0 para otro partido, nulo y abstención. La variable independiente de interés va de 1 (la situación económica del país está "mucho mejor") a 5 (está "mucho peor"). Se incluyen dummies por país y la interacción de cada duumy con la variable de evaluación de la economía.

Nota 2: Como sabe cualquier politólogo, lo de los tiburones es neta.








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