domingo, 14 de junio de 2015

Elecciones en México 2015: la eficiacia del PRI, el desencanto izquierdista y el voto nulo

El pasado 7 de junio se celebraron elecciones en México para renovar la Cámara de Diputados.

Entre las elecciones de 2012 y las actuales, el PRI pasó del 32% de la votación total al 29%, una reducción de 3 puntos que puede ser interpretada como derrota. Propiamente, no lo es. En elecciones intermedias, es de esperarse que el partido que obtuvo la presidencia reduzca su votación. Aún sin el llamado "desgaste" de estar en el gobierno, el partido no cuenta con el arrastre del candidato que resultó ganador. Así, en las elecciones intermedias de 2009, el PAN cayó del 33% que obtuvo en el 2006 al 28%, y en 2003, la caída fue del 39 al 31%. En 1997, aunque el PRI obtuvo un 38%, la votación previa había sido de 50%.
Por otro lado, combinando las diputaciones obtenidas en los distritos por mayoría con las de representación proporcional, al parecer el PRI obtendrá 203 escaños, poco más del 40%. Compárese esto con las bancadas del gobernante PAN en las intermedias de 2003 y 2009: 29.6% y 28.4%.
¿Qué explica que el PRI y el PAN tengan resultados tan distintos en diputaciones, para votaciones tan similares?
Me parece que parte de la explicación está en la capacidad del PRI para mantenerse como la fuerza más votada (más allá de posibles pérdidas marginales de votos) en el nivel de los 300 distritos, beneficiándose así de la regla de mayoría simple. El PRI tiene más distritos "seguros" y, en 2015, tuvo una mayor capacidad que sus competidores tanto para retener sus propios distritos seguros como para incursionar en territorio de otros partidos.
En la gráfica de abajo, el eje horizontal es un indicador de la fuerza del PRI en cada distrito, según los resultados obtenidos en las elecciones de 2006 a 20012: si el indicador tiene valores positivos, pro ejemplo de .2, es que se tiene la expectativa de que el PRI gane ese distrito por una diferencia de 20% con respecto al segundo lugar; si tiene un valor negativo, digamos que de -.13, es que se tiene la expectativa de que el PRI pierda en ese distrito por 13 puntos de distancia con respecto al ganador (abajo, detalles sobre como se calcula eso). En el eje de vertical, se presenta la diferencia de la proporción de votos del PRI con respecto a la proporción de votos del partido más votado entre sus competidores. Valores positivos señalan 1) que ganó ese distrito y 2) la distancia con respecto al segundo lugar. Valores negativos señalan 1) que perdió ese distrito y 2) la difeerencia con respecto al primer lugar. El partido ganador en cada distrito es idenificado por el color. La pongo grande, para que la aprecien en todo su esplendor ;)

De los 300 distritos, a partir de los resultados del pasado se esperaba que el PRI triunfara en 136. De esos, ganó efectivamente en 117 distritos (el 86%). De los 19 que perdió, la mayor parte (8) fue a manos del PAN, seguido por 5 de Movimiento Ciudadano. El PRD únicamente obtuvo 3 de estos distritos y Morena 2. Un detalle con alto valor simbólico es que el único candidato sin partido que ganó en esta elección lo hizo en un distrito priista.
Ahora bien, de los 164 distritos en los que se esperaba que el PRI no ganara, este partido ganó 66, más que compensando los 19 distritos anteriormente mencionados. De estos 66 distritos recuperados, únicamente en 7 se trataba una candidatura común PRI/Verde, por lo que estas alianzas no parecen ser un factor.
La "duck face" expresa su decepción

Más allá de las posibles explicaciones, el hecho es que el principal perjudicado de estas incursiones fue el PAN. Abajo se muestra la relación entre el desempeño electoral del PAN en 2015 y su fuerza histórica, en los mismos términos que la gráfica anterior.
Dada su fuerza electoral previa, se esperaba el triunfo del PAN en 90 distritos. De ellos, retuvo 43 (el 47.8 %). De los 47 que perdió 39, fueron para el PRI, 6 para Movimiento Ciudadano y 2 para el PRD. En contraparte, a diferencia del PRI, estas pérdidas no se ven compensadas en número suficiente por victorias en territorio de sus competidores, pues únicamente ganó en 13 distritos en los que se esperaba que perdiera.
A continuación, la gráfica correspondiente al PRD:

Se esperaba el triunfo del PRD en 61 distritos, de los cuales retuvo 28, o el 45%, una tasa similar a la del PAN. Por otro lado, únicamente obtuvo el triunfo en 6 de los distritos en los que se espera su derrota. De los 33 distritos fuertes que perdió el PRD, 19 fueron ganados por el PRI y sólo tres por el PAN. El dato más notable, sin embargo, es que de los 14 distritos ganados por el Morena, 11 corresponden a distritos en los que se esperaba el triunfo del PRD.
Se concluye que el patrón de competencia es de esta forma:
-De los 300 distritos, en 188 (63%) casos el partido ganador es el que se esperaba con base en la historia electoral.
-Sin embargo, la capacidad del PRI para retener sus distritos fuertes fue mayor que la mostrada por el PAN y el PRD.
-Asimismo, la capacidad del PRI para incursionar en territorio de sus competidores fue mayor que la mostrada por el PAN y el PRD. De los 99 distritos ganados por un partido distinto al esperado, 66 fueron ganados por el PRI.
-De 13 distritos en los que no se esperaba el triunfo de ninguno de los tres partidos principales, 8 fueron ganados por el PRI.
-Prácticamente la totalidad de los distritos ganados por Morena fue a costa del PRD.
Parece muy claro que la debacle del PRD está asociada al éxito de Morena. De hecho, es posible que prácticamente la totalidad de los votos, más que los distritos, de Morena haya sido a costa del partido del que se escindió, el PRD, y eso es como lo peor que le puede pasar a un partido.
"Bueno, depende ¿De qué partido estamos hablando?"
Es pertinente vincular esta discusión con la tenida antes de la elección sobre los efectos del voto nulo. Recientemente, el especialista Javier Aparicio mostró que el porcentaje de voto nulo tiene una asociación positiva con el porcentaje de votos de Morena y negativa con el porcentaje de votos del PRI.
Vamos por partes. El siguiente panel presenta la gráfica con la asociación entre voto nulo y voto por Morena, y a su lado una gráfica con la asociación entre la fuerza del PRD y el voto por Morena. Los distritos correspondientes al Distrito Federal son identificados con las siglas DF.

Ambas asociaciones son bastante fuertes, pero la relación positiva entre el voto por Morena y la fuerza pasada del PRD no sólo es más fuerte, sino presenta, digamos, "rendimientos crecientes": la tasa con la que Morena se beneficia de la fuerza previa del PRD es mayor a medida que aumenta la fuerza del PRD (amigos quants: no anden menospreciando, la regresión múltiple con ambas variables y sus cuadrados respalda esta afirmación),
Esto es consistente con la idea de que Morena está capturando una parte importante del voto perredista.
La "duck face" expresa su decepción
Para interpretar adecuadamente estas asociaciones, lo primero que tenemos que preguntarnos, como apunta Nicolás Loza, es sobre el origen de los anulistas. En una entrada anterior, mostré que en las elecciones de 2012, entre la gente que evalúa mal al gobierno y tiene una mala opinión hacia el PRI y el PAN, el paso de una opinión favorable hacia el PRD a una desfavorable incrementaba la probabilidad de anular el voto. Al mismo tiempo, se mostró que entre los antipartidistas, en la medida en que había un voto de castigo, este beneficiaba a López Obrador.
Esto me lleva a pensar que el terreno de cacería natural para Morena está entre el público de la izquierda "desencantada": es decir, gente que por motivos ideológicos jamás votaría por la derecha, pero tiene una mala opinión del PRD. Estos electores son propnesos a la abstención y al voto nulo,  pero López Obrador parece guardar alguna credibilidad como personaje distinto a los políticos tradicionales.
¿Qué pasaría si las cosas son así? Para ilustrar la idea, supóngase que el Distrito A se compone de 100 electores y 10 son de izquierda desencantada. De ellos, 4 anulan su voto y 6 votan por Morena. Del resto, 20 votan por el PRD, 30 votan por el PAN y 40 vota por el PRI. El distrito B es idéntico al A, salvo que 10 electores adicionales son de la izquierda desencantada, es decir que se restan al PRD. Si Morena recupera votos de este grupo a la misma tasa que en el distrito A, entonces tenemos que los votos son 8 nulos, 12 de Morena, 10 del PRD 30 del PAN y 40 del PRI. El distrito A tiene 96 votos válidos. El distrito B tiene 92 votos válidos. El siguiente cuadro muestra el porcentaje de votos de los partidoscon respecto a los votos válidos. El porcentaje del voto nulo es sobre el total de votos (100).

Distrito A
Distrito B
PRI
41.7
43.5
PAN
31.3
32.6
PRD
20.8
10.9
Morena
6.3
13.0
Nulos
4
8

El ejemplo ilustra que, si el voto nulo y el voto por Morena se alimentan de un mismo perfil de elector, el "desencantado de izquierda", entonces cabe esperar una correlación entre el voto nulo y el voto por Morena como la observada. Aclaro: no se trata de desencanto de la política o desencanto al sistema de partidos. Es un sector electoral muy específico que castiga a un partido en particular (dado que jamás votaría por los otros).
Se notará también que, aunque el intercambio de votos es entre PRD, Morena y anulación, la proporción de la votación del PRI y el PAN aumenta para la misma cantidad de votos. De hecho, aumenta más para el PRI (1.8) que para el PAN (1.4). Esto, como ya se discutió, es un efecto predecible e inevitable que se sigue de la reducción del valor del denominador, formado por la cantidad de votos válidos.
Sin embargo, queda el hecho de que en esta elección y en anteriores el voto por el PRI tiene una asociación negativa con el voto nulo. Esta asociación ha sido interpretada aquí como evidencia suficiente de que el voto nulo no beneficia al PRI. Pero esto puede ser explicado si se toma en cuenta que no todo el voto nulo es voto de protesta. Los que convocan son intelectuales destacados, y en algunos casos bastante vociferantes. Sin embargo, una buena parte (posiblemente la mayor parte) del voto nulo es una papeleta involuntariamente anulada: gente que tenía la intención de emitir un voto por un candidato o candidata, pero cometió un error. Un encuesta reciente de Parametría muestra que la población con menos escolaridad es más propensa a votar por el PRI. De igual forma, es un hecho conocido que buena parte del voto duro priista reside en zonas rurales. Si estas características de los individuos hacen más probable que comentan errores al llenar la boleta, tendríamos entonces que alguna porción de los votos nulos involuntarios (distintos a los de protesta) afectan negativamente al PRI, y ahí tiene usted su correlación.


Nota 1: Indicador de fuerza del partido en cada distrito: La fuerza de un partido en determinado distrito se puede medir por el número de veces que lo gana, pero también por la magnitud del triunfo: si se gana un distrito en tres ocasiones por el 2% de los votos en cada una, entonces es un distrito competido, a diferencia, por ejemplo, de un distrito ganado tres veces por una ventaja de 12%.
Entonces, uso un indicador de fuerza partidista en los siguientes términos: para cada elección de diputados por mayoría, se mide la diferencia entre la proporción del partido en cuestión y la proporción del partido más votado del resto de los competidores en ese distrito. El indicador de fuerza partidista es el promedio de esa cifra para los años 2006, 2009 y 2012.
En el caso del PRI y del PRD, lo que se contabiliza es la proporción de los votos obtenidos por el candidato presentado por dichos partidos. Así, si un candidato es apoyado tanto por el PRI como por el Verde, se cuenta la totalidad de los votos obtenidos por ese candidato.
Nota 2: Los datos fueron recopilados cuando no se había concluido el conteo, si bien con más de 98 por ciento de avance. Al día de hoy (14 de junio) parece ser que el PRI ganó 185 distritos y no 183. Uno de ellos aparece aquí como ganado por el PAN y otro por Movimiento Ciudadano.

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