Aquí conviene ser preciso. El criterio editorial de un mínimo de 8 mil palabras significa que, si usted, querido lector, amable lectora, manda un artículo a una de estas revistas, y este artículo tiene menos de 8 mil palabras, entonces la revista rechazará el artículo sin siquiera mandarlo a revisión por pares. Me permito ser aun más claro: si su artículo tiene 7,105 palabras, será rechazado sin evaluar su calidad.
De inmediato viene a la mente la tesis de John Nash, que con 25 paginitasm le traería el premio Nobel. Pues en la RMS o en la RMCPS ameritaría una una amable carta con la palabra "lamentablemente".
"¡Y gracias por participar!" |
1) El Efecto Mateo fue formulado por R. Merton y postula que las diferencias en el éxito observado en los individuos no se deben a diferencias de talento o mérito, sino a pequeñas ventajas iniciales debidas al azar y que se van magnificando con el tiempo (toma el nombre del Evangelio homónimo: "Aquél que tiene recibirá más").
2) La evidencia que proporciona el estudio es experimental.
Entonces tenemos un estudio con resultados de gran valor sustantivo y teórico, respaldados por el diseño de investigación más riguroso a nuestro alcance. Cualquiera diría que una revista científica se moriría por publicar algo así. Pues no las dos revistas que nos ocupan: su extensión es de 6 mil palabras.
Sencillamente no se comprende cómo es que se llegó a este criterio de un mínimo de palabras. ¿Se entenderá cómo un criterio de calidad? Revisé la guía para autores de la American Political Science Review. No hay criterio de calidad que no sea enunciado, y resulta bastante extensa.
"Pues que la publiquen en la Revista Mexicana de Sociología" |
Esta preferencia por la extensión está bastante arraigada entre los científicos sociales de América Latina. Los y las estudiantes que han escuchado juicios del tipo "una tesis de doctorado no puede tener sólo 250 páginas" saben a lo que me refiero.
Esta preferencia podría justificarse en que las ciencias sociales exigen un desarrollo más amplio de los temas, que incluye, por ejemplo, una discusión minuciosa de los conceptos. Algunos autores dan sustento a esta idea. Juan Linz, un grande de la sociología política, parece haber sido incapaz de sentarse a escribir un artículo sin terminar escribiendo un libro. Es más, es claro que una exposición descuidada y poco rigurosa redundaría en un artículo corto.
Pero aún si éste es el caso, la extensión mínima apropiada no se puede sencillamente presuponer. Para saber si la revisión y discusión de la literatura es incompleta, es indispensables leer el artículo en cuestión. Lo mismo vale para el caso de la adecuada definición de los conceptos, la claridad de la metodología y la interpretación de los resultados. Corresponde a los dictaminadores anónimos juzgar esto, como uno de los criterios a tener en cuenta en el juicio sobre la calidad global de la contribución.
Creo que es momento de que los consejos editoriales de las revistas comentadas se cuestionen sobre la necesidad de insistir en esta norma que, es muy claro, les viene heredada de una época en la que escribir un obra sociológica se concebía como algo similar a escribir una novela de Tolstoi (y en la que seguramente aún vivía Tostoi).
En lo personal, creo que para artículos científicos la regla sobre la cantidad de páginas tendría que ser la misma que aplica para el uso de la fuerza pública: la mínima indispensable.